Ética en Terapia Familiar: Una reflexión obligada


Al asumir la responsabilidad de realizar un análisis sobre la práctica ética en psicoterapia familiar, es preciso diferenciarla de la misma en psicoterapia individual, fundamentalmente porque se trabaja con el sistema familiar completo y se utilizan distintas técnicas de intervención. Esta reflexión se hace necesaria para lograr un mejor ejercicio del terapeuta que trabaja con las familias y que como consecuencia traerá mejores resultados a nuestros pacientes.

Ante la ausencia de un código ético aprobado, reconocido y que este dirigido específicamente a este ámbito de la psicoterapia, nos vemos obligados a construir nuestro estudio tomando como referencia lo expresado por otros terapeutas familiares y como no, por nuestra propia experiencia. Nos enfocaremos en dos temas que pueden acarrear dilemas éticos en la terapia familiar; la confidencialidad de los datos y hasta donde llega el consentimiento que da el paciente al iniciar la terapia.

Debo aclarar que aunque en la República Dominicana aún no contamos con los espacios correctamente habilitados para las sesiones de terapia familiar, haremos nuestro planteamiento en base a lo que debe ser el procedimiento adecuado para este tipo de intervenciones. En el tema de la confidencialidad son aplicados los mismos criterios que son utilizados por los psicoterapeutas en general, el cual indica que sólo podrá revelarse información en caso de que esté en peligro la vida del propio paciente o la de alguien más.  El conflicto puede surgir en el momento en que el paciente realiza una confesión fuera de sesión, situación que debería de evitarse pero en caso de suceder, deben respetarse las normas utilizadas en la práctica individual. Otro aspecto que tiene que ver con informar a la familia sobre la posible participación de otros profesionales en su proceso, por ejemplo supervisión detrás del espejo (utilizando la cámara de Gessel), coterapeutas presentes o posteriormente análisis del video de la sesión. Siempre y sin excusa se debe informar a la familia sobre la técnica a utilizar.

El segundo aspecto tiene que ver con el consentimiento informado que firma el paciente. El cuestionamiento ético surge por lo siguiente; somos conscientes de que la familia debe lograr un cambio que rompa con la homeostasis que hasta ahora ha mantenido el síntoma, esto será a través de las intervenciones hechas por el terapeuta, que pueden ser directas o indirectas, inclusive paradójicas. Durante el proceso la familia irá realizando un cambio gradual sin probablemente tener conciencia de qué lo provocó, entonces nos preguntamos ¿hasta donde ha consentido el paciente esta intervención? ¿Ha sido realmente informado?

Así como estas temáticas, pueden ser consideradas muchos más, estamos ante una realidad que requiere de más tiempo y atención, la ética no puede esperar.

Olga M. Caba | Psicóloga, Especialista en Terapia Familiar

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