El tema de la muerte ha tenido a lo largo de la historia diferentes connotaciones, dependiendo del país, cultura, raza y religión.
Independientemente de la explicación que se le dé a lo que nos ocurre después de morir, lidiar con esta realidad representa algo enigmático, poco digerible y difícil de aceptar.
De manera intelectual, somos conscientes de que la muerte es el fin que todos tendremos en algún momento de nuestras vidas, pero de manera emocional, nos cuesta aceptarlo y existe una gran temor a lidiar con el dolor que esta realidad nos provoca.
Cuando un ser amado recibe de manera abrupta un diagnostico con mal pronostico, sin lugar a dudas hay un cambio, y como los cambios son crisis, esta crisis no solo la experimenta el paciente, sino también todo su contexto familiar. A partir de ese momento hay un sin fin de emociones y sentimientos encontrados y comienza el arduo proceso de buscar alternativas de tratamiento, teniendo la esperanza como sostén, que según se dice, es lo ultimo que se pierde.
Cuando ya se han agotado, aun el mejor de los tratamientos, viene el momento de lidiar con el dolor y la aceptación de esta realidad que nunca antes se ha experimentado, con esa persona, con esas circunstancias, de esa manera.
De manera concensuada, se valora un tratamiento paliativo, con miras a mejorar la calidad de vida de este ser humano que yace en un estado de estupor e incertidumbre. Reconociendo que no solo se trata del paciente enfermo, sino también de los familiares que se ven obligados a tomar decisiones importantes dentro de la impotencia.
Durante todo el curso de la enfermedad el psicoterapeuta enfoca su tratamiento en:
• Evitar el síndrome del cuidador, al buscar redes de apoyo y fomentar el trabajo en equipo, para hacer viable el proceso del paciente enfermo con su enfermedad.
• Resolver temas o conflictos no resueltos en la familia, para lograr que el paciente enfermo se duerma en paz
• Utilizar los recursos con los que cuenta la familia para enfocar su intervención.
• Una vez ocurra el deceso, el terapeuta debe manejar y acompañar a los familiares en el proceso de duelo.
• Identificar profesionales del área médica y psiquiatrica para la utilización de medicamentos que ayuden a calmar la depresión, ansiedad y el dolor.
Dentro de este proceso, el terapeuta debe regirse por unos principios éticos para garantizar el buen manejo y curso del proceso, tales como:
• Tener una formación de especialidad o maestría en el área a trabajar.
• Respetar la confidencialidad de cada uno de los miembros de la familia.
• No imponer su criterio personal, sino trabajar con los criterios profesionales según las necesidades.
• Elaborar un plan de trabajo siendo una red de apoyo emocional para los familiares y el paciente enfermo.
El terapeuta es un alidado para acompañar a los familiares a manejar este proceso de dolor, y a tener un crecimiento importante a través de esta experiencia.
Orlandia Ortiz, M.A. | Psicoterapeuta Clínica-Familiar
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